Visibilizando lo invisible.
El diario de una desaparecida
Leteo. (Del latín Lethaeus y del griego Λήθη Lếthê). Perteneciente o relativo al Lete o Leteo, río del olvido. Real Academia española. Diccionario de la lengua española, Madrid, 2001, p. 1367.
Leteo, es conocido como aquel río de la mitología griega cuyas aguas provocaban el olvido completo de las almas antes de su reencarnación. Este olvido como concepto es el inicio de una inextricable deliberación: La fragilidad de la mente humana frente a hechos recientes, la ausencia de una memoria y por ende la ausencia de una reflexión.
En Desaparecida, libro de intervención en espacio público e instalación, Lía Podestá es una poeta secuestrada en 1981 en un país imaginario: Sindea, en una dictadura común, en un contexto que tampoco deja de ser común. Lía, narra con un lenguaje poético (acaso lo único que posee además de recuerdos y una fe tambaleante) y a modo de un diario clandestino y delirante; el paso tortuoso de quienes objetan su cuerpo de manera absoluta para destruirlo y con él su humanidad y dignidad. Las figuras y metáforas son claras. Si bien estamos frente a un lenguaje que narra el dolor, estamos también ante un acontecimiento descarnado que se exhibe sin pudor.
Este ejercicio de reflexión no tiene ni pretende tener espacio o contexto local, sino que intenta acercarse al lenguaje visto como último medio de supervivencia y por lo mismo al sujeto que lo ejerce. Las desapariciones son la mejor arma de los gobiernos de facto que acallan lo intangible (una postura libertaria y antagónica), ocultando lo tangible (el propio cuerpo humano).
Cecilia Podestá (Ayacucho 1981), autora de Lía, de su diario y autora de este multidisciplinario proyecto, convierte muros de la ciudad, dentro y fuera de nuestro país; en plataformas de recuerdo y evocación. Una ficción recurrente y cercana que pone en evidencia la coyuntura de nuestros países, dominados por dictaduras impuestas o elegidas. No es gratuito que la autora use su apellido y se lo dé a esta desaparecida. Es así como ella, se sitúa a través de un alter ego en un proceso de reflexión, creación y denuncia, que explora punzantemente el encierro de un desaparecido político.
Este proyecto es casi un trabajo de antropología visual donde se genera una obra-experiencia abierta y procesual en constante mutación y re-elaboración. Aquí se construye una ruta existencial.
Se tiene que definir como mucho más que una propuesta artística. Es un proyecto que intenta poner en evidencia un instante, impedir nuestro olvido, evitar que bebamos agua de un Leteo que nos aleja de nuestra historia inmediata.
David Flores-Hora
Junio 2008
Lectura de la instalación en el Museo de arte contemporáneo - Lima
Aparte de tomar las calles como libro de intervención, Desaparecida, el diario de Lía Podestá, toma también las estructuras del Museo de Arte Contemporáneo- Lima, en su estado actual, entiéndase en construcción y clausurado, para incorporarlo en su discurso de proceso de registros y denuncia.
Cada día narrado por esta mujer desde la desesperación y el secuestro, está presente en cada uno de los muros cuyas divisiones parecen dibujarse como nichos en los que pudieran hallarse cuerpos, los mismos que quedaron en el recuerdo de muchos familiares de desaparecidos por dictaduras de turno; cuerpos que no se encontraron nunca. En vez de eso encontramos en estas estructuras metálicas, sólo texto.
Es un riesgo a nivel visual exhibir simples carteles escritos, sin embargo, puestos de manera simple y desordenada, buscan más que la atención del espectador, para que este pueda ver en la palabra escrita la imagen que evoca desde su propio imaginario y ante un lenguaje descarnado, crudo y violento dentro de un espacio donde la luz proyectada nos marca para encararnos como metáfora a una respuesta social.
La luz reflejada nos obliga a leer lo único que hay: texto y el texto lo que muchas veces hemos pretendido olvidar: el dolor. Una línea divide el espacio en el que la instalación continúa y se detiene y nos sitúa como sujetos evasivos que enfrentamos lo que nos ocurre otorgando a la realidad una capa oscura.
Los carteles pegados en la parte superior, al no poder ser leídos, nos sitúan ante la presencia de la muerte que a pesar de no tener un contexto personal nos da la sensación de vigilia.
El uso del video, hace referencia al día cinco de la detención de Lía Podestá, sin embargo el diario, escrito y publicado en los muros, comienza en el día ocho. De esta manera estamos ante un lenguaje que pretende articular el texto como eje visual, y lo visual como un puente para su propio lenguaje inicial: el mismo texto, acaso el camino de regreso.
El diario está compuesto por 15 prosas que articulan poéticamente la narración de los hechos y cuyo final y desenlace se halla únicamente en una pieza externa a la instalación: el periódico que denuncia la desaparición de Lía Podestá y nos descubre una narración introspectiva y delirante.
Sebastián de Alonso
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